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La poesía en Pedro Páramo

El 18 de julio de 1955 se publica la novela Pedro Páramo, y  sin duda Juan Rulfo es el narrador mexicano más importante, sin embargo,  pocas veces se ha hablado del lenguaje poético existente en la novela y es que dentro de sus páginas existen varios poetas si es que los escuchamos con atención.

Este es un ejercicio de construcción de poesía a partir de los diálogos realizados por algunos de los personajes. Las combinaciones podrían ser infinitas, pero para este texto se sigue el orden de las líneas utilizadas como versos en su orden de aparición. Para nada es un estudio profundo de la obra del jalisciense, tan sólo es seguir disfrutando de esta excelente obra en todos los contextos que tiene y que siempre muestra algo distinto y  enriquecedor, porque por eso es una obra que se ha inmortalizado y por lo cual es indispensable que los mexicanos la leamos, la estudiemos y sobre todo la disfrutemos.

Comenzaré con los siguientes versos que son construidos en base al dialogo de  Juan Preciado y que bien podrían llamarse “La Promesa”:

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Le apreté las manos en señal de que lo haría

no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría

de tanto decírselo se lo seguí diciendo aún después

que a mis manos les costó trabajo zafarse

de sus manos muertas.

Del mismo Juan Preciado  estas líneas las cuales llamaremos “Soledad”:

Yo imaginaba

aquello a través de los recuerdos

nostalgia entre retazos de suspiros

siempre vivió ella suspirando

pero jamás volvió.

Me dio sus ojos

caminábamos cuesta abajo

oyendo el trote rebotado de los burros

después de tantos años

que nadie viene por aquí.

Aquí uno más de Juan Preciado al cual llamaremos “Locura”:

Llenando con sus gritos la tarde

las paredes negras reflejan la luz amarilla

rompiendo el aire quieto

del atardecer

en este pueblo sin ruidos

volvieron a moverse mis pasos

al agujero de las puertas.

Había oscurecido

escuchaba solamente el silencio

mi cabeza venía llena de ruidos y voces

de mis recuerdos

buscando a alguien que no existe.

La misma Eduviges Diada  participa de manera breve con esas líneas que bien podríamos llamar “Eternas amigas”:

Nos hicimos la promesa de morir juntas

sólo yo entiendo lo lejos que está el cielo

cómo acortar las veredas.

Todo consiste en morir

en alguno de los caminos de la eternidad.

Después de ser llamado “rencor vivo”, el mismo Pedro Páramo nos deja ver su lado humano a través de la poesía que hace para la mujer que ha amado desde la niñez, créanme que versos para Susana San Juan inundan la novela que el día de hoy es objeto de este ejercicio poético, es por ello que sin dudar al siguiente le nombraremos “Pienso en ti”:

Pensaba en ti, Susana

cuando volábamos papalotes

abajo el rumor viviente

se nos iba el hilo

el aire nos hacía reír

con un leve crujido

por las alas de algún pájaro.

Caía en maromas arrastrando

con tus ojos de aguamarina.

Estaba viendo llover

Susana, escondida en la inmensidad

a donde no llegan mis palabras.

Había chuparrosas

entre las flores del jazmín

se oía una llovizna callada

las gotas resbalaban

como lágrimas

y cada vez que respiraba suspiraba

y cada vez que pensaba, pensaba en ti

Susana.

El siseo de la lluvia

un murmullo de grillos

en el umbral de la puerta

la devolvían despedazada.

Apagó la llama

cerró la puerta y abrió sollozos

confundidos con la lluvia

como si se hubiera encogido

el tiempo.

En qué pensarán los muertos cuando la humedad remueve la tierra, quizá en la misma muerte, en la de los suyos, en la suya; a continuación unos versos de Susana San Juan, recordando la muerte de su madre y saberse muerta,  a estos bien les podríamos nombrar “Estoy aquí”:

Estoy acostada en la misma cama

sobre el mismo colchón

bajo la misma cobija

creo sentir todavía su respiración

con que ella arrullaba mis sueño

sentir la pena de su muerte.

Pero esto es falso

Estoy aquí boca arriba

para olvidar mi soledad

porque estoy

dentro de un cajón negro

porque estoy muerta.

Pienso cuando maduraban los limones

el viento rompía los tallos

antes que el abandono los secara

en espera que el tiempo bueno

los hiciera bajar,

mientras tanto

dejaban que la luz cayera

haciendo círculos sobre la tierra

batiendo las ramas

y los gorriones reían

perseguían las mariposas

me acuerdo

mi madre murió entonces.

La lectura sin duda nos lleva por caminos inimaginables, nos permite construir y reconstruir nuestros propios pensamientos, motiva la recreación, agranda la imaginación y sobre todo nos permite soñar, inventar, innovar, crear.

Los libros son alas para volar, así que cada quien tome el suyo y emprenda su propio vuelo.

Pedro Páramo, de Juan Rulfo, representa una de las aportaciones fundamentales de la literatura mexicana, nos transporta con maestría de lo real a lo fantástico, entrando a las entrañas del dolor en el campo mexicano después de la revolución y quizá hasta nuestros días.

*Profesor y Escritor