En medio de la peor de las crisis políticas en que se encuentra sumido al país, debido a la actitud gubernamental de un imperio demencial, nuestro estado se encuentra enfilado hacia el levantamiento de la semaforización. En buena medida se ha relajado el temor al contagio, ocasionando que tras el agotamiento emocional creamos que el enemigo se ha replegado.
Hoy el mundo sufre nuevas convulsiones en sus paradigmas socio-económicos, debido a serios rebrotes del coronavirus en los países de la comunidad europea y la incertidumbre de los países asiáticos, que tampoco han podido restablecer una normalidad aceptable. En América Latina ni siquiera hemos podido tocar fondo y seguimos en plena caída con una tendencia infecciosa descontrolada y una escalada alarmante de fallecimientos.
En nuestro estado y con ciertos movimientos muy tímidos, en cuanto al ajuste de gabinete, es casi seguro que se pase a semáforo amarillo y en el muy corto plazo se levante el confinamiento y todos salgamos a la calle, las plazas, los negocios a plenitud y las empresas y burocracia activas al 100. Ciertamente que urge superar este bache existencial, sin embargo, así como nunca se ha tenido el control ni la contención eficiente de la pandemia, antes de levantar el vuelo se debería diseñar una hoja de ruta estrictamente responsable para no mandar a la población al matadero.
A este día, pareciera que el aprendizaje de los coletazos de la pandemia no ha sido significativo, a juzgar por la no visualización de un programa o plan de gobierno trascendente e innovador, que fragüe el nuevo andamiaje de paradigmas que sustituyan a los que hoy están convulsionados. Por la problemática tan fuerte y peligrosa que se cierne sobre nuestro país y particularmente en nuestro estado, debido al acoso y desvalijamiento financiero de la federación, hoy es imperioso que el gobernador asuma actitudes divergentes y replantee lo que se quiere y con quién se quiere alcanzar.
Parodiando a Thomas Kuhn y los planteamientos de su obra La estructura de las revoluciones científicas, esta crisis paradigmática debiera ser aprovechada para generar una serie de aprendizajes en la mejora de los procesos de producción, de los sistemas de venta de servicios, de la vivencia de la cultura y de la operación del turismo, siendo rubro de alto impacto la Educación por lo anquilosado de sus modelos operativos y curriculares.
Hoy debe levantarse la antorcha de la evolución y el progreso, incendiando las alhóndigas de la política retardataria y lacerante del modelo federal, con esquemas innovadores en la promoción e impulso de la industria y la economía, favoreciendo el surgimiento de empresas micro y medianas producto del emprendedurismo y los capitales domésticos, para enfrentar la miseria y el hambre que los modelos socialistoides imponen a la sociedad. Asimismo, se debe fortalecer la atracción de inversión extranjera, con planes de diversificación y dispersión de riqueza con salarios competitivos para convertir a Guanajuato en la región más sana y dinámica del país.
La fragmentación de la alianza federativa que ha abierto frentes de gobernadores, con diferentes visiones políticas e intenciones de desarrollo económico y social, obliga a que, de esta cuna de la libertad y la justicia, surja un nuevo paradigma político capaz de emular los modelos exitosos de otros países, comenzando por la aplicación de la mentefactura en el arte de gobernar, con un programa emergente de recuperación y un plan de desarrollo para el Guanajuato de la Postpandemia.
La administración estatal deberá pasar de los cambios menores a la renovación estructural de primer nivel, pasando de simples reacomodos de personal a cambios sustantivos de actitud y estrategia, de renovación de ideas y alcance de miras.
Para levantar el vuelo, se deben soltar los lastres y aplicar calor al aire.
- Analista político