México es caja de sorpresas en los cuatro puntos cardinales. No hay rincón de nuestro país que no tenga “algo” para ofrecer. Hoy les hablaré de Querétaro, pero antes tengo que decirles que su nombre viene de la palabra tarasca “querendaro” –lugar de peñas–, relativo a su abundancia de cantera rosa.
Ahora que tendrá lugar –en noviembre– el Tianguis de los Pueblos Mágicos, les cuento que esa entidad tiene a Bernal, San Joaquín, Tequisquiapan, Amealco, Cadereyta de Montes y Jalpan de Serra.
Por si esto todavía no te parece que sale de la caja de sorpresas, las ciudades más pobladas del estado son Santiago de Querétaro y San Juan del Río, Por cierto, el centro histórico de la capital fue incluido dentro del Patrimonio de la Humanidad.
Sin embargo, hay una sorpresa más, y me alegra saber que todavía hay muchas cosas que me sorprenden: a 45 minutos de la cabecera municipal del pueblo mágico Cadereyta de Montes, pasando el pequeño poblado El Palmar, sigue extensa carretera adornada por cerros rojizos y cactáceas; a lo lejos podrás ver el brillo del agua de la presa Zimapán, que te da la bienvenida para encontrarte con la pequeña isla, sí, leíste bien, Tzibanzá; el estado de Querétaro la tiene en medio del semi desierto.
Está ahí en medio del cuerpo de agua de la presa –de 23 kilómetros cuadrados, uno de los más grandes embalses del país, capaz de generar hasta mil 292 gigavatios por año–, que es frontera natural con Hidalgo. En ella confluyen los ríos San Juan, Tula y Moctezuma.
La comunidad de Tzibanzá, cuyo origen deriva de los asentamientos otomí-chichimeca, está a tres horas y media de la Ciudad de México. El pequeño atolón que parece flotar en las aguas azules de la presa, es lugar ideal para la captura comercial y deportiva de lobina negra, sustento de la población y motivo principal de su turismo, pues anualmente se efectúan concursos de pesca a los que llegan personas de todas partes del país a competir. Mas puedes ir en cualquier temporada y practicar pesca, esquí y/o veleo.
En la comunidad de Tzibanzá tienes dos opciones de hospedaje. La primera, y por la que es comúnmente conocida la isla, cuenta con doce cabañas estilo safari rodeadas de áreas verdes, y pequeña alberca que parece extenderse en el horizonte y unirse a las aguas de Zimapán. Aquí podrás gozar de otras amenidades como hamacas para descansar durante el día, y fogatas por las noches. En su conjunto ese espacio evoca la imagen de oasis.
Cuenta también con lanchas, muelle, botadero, áreas verdes y restaurante. Cada cabaña es para máximo cuatro personas. Quedarte en alguna de éstas incluye todos los alimentos del día, preparados de forma casera. Los guisados son típicos de la región y se sirven con frijolitos y tortillas, son platillos deliciosos preparados con la sazón de los lugareños.
A orillas de la presa hay otra opción de hospedaje que es “El Anzuelo”, hotel que cuenta con instalaciones modernas, fachada decorada con lavandas y biznagas, y vista a la presa y a Tzibanzá, que hoy se conoce más por “la isla”.
Este centro ecoturístico, que también cuenta con alberca y restaurante, con libre acceso para todos los visitantes, aun si no son huéspedes, es organizado, resguardado y administrado por una cooperativa de casi cien personas de la comunidad de Tzibanzá.
En el restaurante del hotel, si tu antojo es comer de la pesca del día, acércate y pide que te cocinen deliciosa mojarra al gusto, o déjate sorprender por los sabores y aromas de la región.
Además de pescar y nadar hay paseos en lancha dirigidos por guías locales, de quienes descubres la historia y algunas curiosidades de la zona mientras se navega hacia la compuerta de la presa o por los alrededores, en los que ocasionalmente se observan algo parecido a escondrijos que son el follaje de antiguos árboles de troncos y raíces sumergidas, y aves endémicas de la región.
También puedes hacer visita guiada a los manantiales de Thaxido, cuyas aguas brotan a más de 35º C. Se recomienda ir muy temprano, pues al medio día la gente de las inmediaciones abarrotan el lugar y lo convierten en casi lavandería. Los paseos en lancha por los diferentes brazos de la presa son de excepcional belleza. Bordear a pie los montes que la circundan y disfrutar las espectaculares puestas del sol te dejará grata sensación.
A la isla sólo pueden ingresar máximo 48 personas; si quieres pasar allí cualquier fin de semana –no te desilusiones–, las reservaciones se tienen que hacer al menos con seis meses de anticipación. Es importante llevar ropa cómoda y fresca, traje de baño y bloqueador solar. Suéter o chamara porque las noches se caracterizan por ser frías.
Para cerrar el día con broche de oro, puedes hacer fogata a los pies de tu cabaña para sentir el calor de las brasas mientras observas las estrellas de un cielo despejado y disfrutar de la calma que produce el agua bajo la luz de la Luna.
La mayoría de las personas conocen Querétaro por el vino y el queso; otros por sus pueblos mágicos y deliciosa gastronomía, y los menos conocen la isla, que se halla a tan sólo una hora de Peña de Bernal. Es destino de aventura y relax y, como es poco conocido, no se incluye en los planes de viaje; por su privacidad, la isla es en uno de los mejores destinos para parejas.
Algo que no te puedes perder es recorrer toda la presa –alrededor de 40 minutos–, aunque si te gusta adentrarse en los cañones o detenerte en alguno de sus playones, el tiempo puede pasar a segundo término. Destacan sus escarpadas riberas, con cimas que pueden sobrepasar 200 metros de altura.
Puedes ir planeando tu fin de semana para cuando la epidemia pase o mientras te adaptas a la “nueva normalidad”. Empieza por buscar la fecha y apartar tu lugar (tel. 773 182 6612 o la_isla_tour@hotmail.com. No podrás acceder si no cuentas con reservación, que incluye estacionamiento, traslado a la isla, tres alimentos, acceso a las instalaciones (alberca y áreas verdes) y hospedaje de la comunidad de Tzibanzá.
- Periodista especializada en el sector turístico