Padre e1604296704110 - La vuelta a una nueva normalidad

La vuelta a una nueva normalidad

Estimado lector, la situación de tensión y estrés originados por efecto de la pandemia que estamos viviendo a nivel mundial, considerando los gravísimos daños ocasionados a causa de la inactividad laboral y escolar; a nuestros sistemas de seguridad, no solo ha dejado ver nuestra situación de fragilidad y de vulnerabilidad como seres humanos, y nos ha revelado lo incapaces que hemos sido para responder de manera solidaria al bien común, de mirar unos por otros, a veces, ni en los más mínimos requerimientos.

Somos una sociedad altamente egoísta que se mira así misma y se ha vuelto desconfiada; entre nosotros crece más y más la desconfianza, generando una cultura que descarta, que descalifica y desconoce, y que tanto daño ha hecho a la tierra y a la misma humanidad.

La Jornada Nacional de Sana Distancia y las otras medidas implementadas por la autoridad sanitaria para frenar y evitar la propagación del nuevo virus, nos ha parecido una mala jugada de quienes, hoy tienen en sus manos la responsabilidad del cuidado de la salud pública; anestesiando nuestra conciencia y paralizando nuestra capacidad crítica para disponernos a obrar el bien en favor del otro.

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Después de ya varios meses en la lucha contra la enfermedad, y de asumir nuevas experiencias para tratarla de manera más humana, hasta el día de hoy, no ha habido capacidad científica y técnica para responder en forma pronta al desafío de los contagios, mucha gente ha perdido la vida en la batalla, y eso dibuja un escenario desolador, es como vernos en una misma barca, navegando en medio de un mar agitado por una gran tormenta, pero no olvidemos que en ella, vamos todos, con credo o sin credo, con riquezas o sin riquezas.

Esta crisis ha trastocado también muchos de los valores de nuestra vida cotidiana y de la convivencia social, la salud física y emocional, la educación en sus distintos niveles, la vida familiar, el trabajo, la economía y también los valores religiosos, por mencionar algunos.

Tal crisis, en la que nos hemos visto obligados a replegarnos al confinamiento físico, buscando salvar a más personas con solo ese gesto, dispuestos a perder para ganar, deberá generar en nosotros un cambio radical: es decir, en el modo en que convivimos con los demás seres humanos de quienes, ya no podemos desentendernos, en el valor que damos a nuestras actividades diarias, y con mayor atención, al modo en que nos relacionamos con la naturaleza.

Muchos países que han comenzado a salir paulatinamente de la pandemia; hablan de esa nueva conciencia social y de los cambios que no se pueden aplazar más, ni se podría esperar que sean otros los que vengan para tomar la iniciativa, somos nosotros a quienes corresponde esta responsabilidad de transformación, por nosotros y por las generaciones que vienen detrás de nosotros.

También, es digno de reconocer y de admirar, el esfuerzo de tantos profesionales de la salud involucrados en esta lucha, que no da tregua, muchos han dado la vida por amor a la profesión y tantos más que expuestos, están al pie de la lucha, el esfuerzo de los científicos que trabajan contra reloj en la búsqueda de una vacuna y el trabajo cotidiano de quienes se han visto obligados a laborar, aun a sabiendas de la exposición a los contagios.

Estimado lector, nos hace bien mirar con objetividad nuestra realidad ante esta emergencia sanitaria y social, porque nos hace tomar conciencia de ella, para retornar a ella misma, con más compromiso y mejor dispuestos, para retornar a lo que ya se llama, una nueva normalidad.

Es probable que la vuelta no sea rápida y que no podremos hacer lo que antes estábamos acostumbrados, pero sí modificar conscientemente el modo como nos hemos comportado hasta el momento. Despertando en nosotros un espíritu más generoso, para con los demás y con la naturaleza.

  • Párroco de San José