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Campañas políticas, la sombra de la pandemia

Ensombrecidos por la pandemia, esta semana arrancan los procesos electorales internos de algunos partidos políticos, para conformar las candidaturas estatales y federales del 2021. Como una estela de las restricciones que marcarán el ritmo de las campañas de la nueva realidad socio-política, los registros de aspirantes que implementará el PAN deberán de ser austeros y discretos.

Con el acoso de un virus implacable que amenaza cerrar el año en semáforo rojo y con los hospitales saturados, esta semana el PAN tendrá cubierta su primera fase con los registros de aspirantes a diputados locales, diputados federales y ayuntamientos. Asimismo, de forma colateral, esta semana se estarán dibujando los escenarios de las fricciones, de los tránsfugas y de los conflictos internos que la marginación de líderes y mercenarios de la política ocasionará.

Posteriormente vendrán los procedimientos, no aclarados, para hacer efectivas las “designaciones directas” que en enero habrán de definirse para presentar a los ungidos a principios de febrero. Mientras tanto muchos movimientos bajo la mesa se estarán registrando también, para ganar preferencias o matizar las alianzas que aseguren una posición, donde reinará el juego de las negociaciones cual trasfiguración de la democracia.

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Considerando que casi todos los partidos han optado por el método de designación de sus candidatos, las asambleas electivas han quedado en el pasado y la democracia transmutada a un poder del pueblo condicionado o representativo. Esta nueva forma de canalizar las decisiones para nombrar candidatos, conlleva un nuevo problema interno a los partidos, pues la militancia verá sometido su derecho de votar a la voluntad de un grupo de “honorables” o de un gran elector.

El proceso electoral que se avecina trastocará los mecanismos internos de los partidos y transformará la genética democrática de fondo, pues será la consolidación de la democracia controlada que inició el satanizado “dedazo” que hizo famoso el priismo del milenio pasado.

Hoy ya no causa resquemor ni urticaria política, decir que los candidatos se definirán por designaciones directas, pues ya se ha normalizado sutilmente el concepto y aceptado como método “legítimo” para nombrar candidaturas. En consecuencia y para tranquilizar la conciencia, algunos invocarán recursos supletorios de falaz axiología, como las consultas o las encuestas, pero el colapso de la democracia ya nadie lo detiene.

Aunado a las nuevas formas de elección de candidaturas llegan otros embates que harán trastabillar a la democracia, golpeando la otra vertiente del derecho participativo constitucional, el ser votado ya no será realidad en muchos procesos y circunstancias, pues las cuotas de género o paridad pretendiendo ser una discriminación “positiva” socavará la democracia como derecho universal de la persona.

Bajo esta óptica se estará acabando con el modelo político democrático, otrora justo y equitativo, que nos hacía iguales y libres para aspirar al poder. Con las campañas que vienen ya se incorpora también la obligación de brindar espacios a candidaturas indígenas obligatorias, lo que violentará los derechos de grandes segmentos sociales para privilegiar a los menos porcentuales en menoscabo del bien mayor.

Sin lugar a dudas que debemos abatir la discriminación social de cualquier tipo, sin embargo, no debiera ser demeritando o trasladando la discriminación a otro sector o segmento social, sino forjando cultura y consolidando ciudadanía capaz de generar conciencia, respeto, integración y justa dignidad para toda persona por el sólo hecho de ser persona. Al parecer la pandemia sacudirá al mundo en muchos más rubros de la vida que simplemente la sanitaria y económica, lo que hace más importante la labor política y la participación ciudadana.

Las adversidades son golpes de timón que reorientan el destino de una sociedad.

  • Analista político