1 1024x683 - Ay que pensar muy bien en las consecuencias de nuestros actos

Ay que pensar muy bien en las consecuencias de nuestros actos

  • Gaby terminó la secundaria en 2019, pero justo en el tercer año tuvo su primera experiencia sexual, práctica que continuó unos meses más con su novio, hasta que iniciando el bachillerato resultó embarazada.

El pasado mes de agosto, Gaby cumplió 17 años de edad. Habría estado a punto de cursar el último año de bachillerato para luego perseguir el sueño de cursar la carrera de ingeniería industrial. Pero los planes cambiaron radicalmente en septiembre de 2019, cuando recibió la noticia de que estaba embarazada. Tenía 15 años.

“Me asusté mucho y no sabía qué hacer. Tuve miedo y algunas amigas me comentaban que tomara pastillas (del ‘día siguiente’), que conocían a alguien que me podía ‘recetar’ un té para abortar, incluso me decían que podía ir a la Ciudad de México a abortar. Pero mi mayor miedo era no saber qué hacer con la noticia, pues mi novio estaba igual que yo, en shock”.

Gaby es la segunda de tres hermanos. Su papá está desde hace cuatro años en los Estados Unidos trabajando, de manera ilegal, para ayudar a sacar los gastos e impulsar los estudios de los hijos. Su mamá se dedica al hogar y en ratos vende productos por catálogo, con la idea de obtener un poco más de ingresos.

5 1 - Ay que pensar muy bien en las consecuencias de nuestros actos

“Tuve mucha desesperación y días de mucha angustia. No sabía qué hacer ni a quién recurrir. A los pocos días, mi novio se fue de San José ‘al otro lado’, diciendo que iba a trabajar en Oklahoma con unos familiares para mandarme dinero. El tiempo seguía corriendo y no tuve más remedio que decirle a mi mamá, cuando ya tenía 2 meses y medio de embarazo. Lloró mucho. Yo hubiera querido que me pegara, pero no. Me preguntó que qué iba a hacer, que qué quería hacer con mi vida, que qué sucedería con la ilusión de mi carrera…, que le iba a tener que decir a mi papá. Y mi mundo se derrumbaba cada vez más”.

El papá enfureció y dijo cosas que quizás no quiso decir, pero el momento lo orilló a ello. Reproches y más reproches, algo que aumentaba la presión sobre Gaby, al tiempo que iniciaba las citas formales con una doctora para darle seguimiento puntual al tema al tema del embarazo.

Ella siguió en la escuela, pero ya sin muchos ánimos, sobre todo porque el novio fue relegando las llamadas y los mensajes, bajo el argumento de que las jornadas de trabajo lo absorbían. Se dio cuenta entonces que su vida ya no era igual que antes, que sus amigas, incluso, le sacaban la vuelta, pero sobre todo que ya no la tomaban en cuenta para fiestas y reuniones.

Las vacaciones de diciembre llegaron como un bálsamo, pero en enero de 2020 ya no quiso regresar a la escuela, pues el embarazo ya se le comenzaba a notar, además de que las crisis emocionales eran más constantes, pues su hermano mayor le reclamaba cada vez que podía, diciendo que había traicionado la confianza de su papá por ‘la calentura’.

“Mi mamá buscó a los papás de mi novio, pero ellos no hicieron mucho caso, pues dijeron que así como habíamos tenido ‘la madurez’ de acostarnos, así deberíamos enfrentar las consecuencias de nuestra irresponsabilidad. Quizás tenían razón, pero nunca imaginamos que algo así podía suceder, pues llevábamos más de medio año teniendo relaciones, aunque en realidad no sabíamos nada de métodos anticonceptivos, solo nos dejábamos llevar”.

2 - Ay que pensar muy bien en las consecuencias de nuestros actos

En junio del año pasado, en plena pandemia por el coronavirus, nació la bebé. Su peso no fue el óptimo, pero estaba bien de salud. Había que tener mayores cuidados, pero por fortuna no había mucho de qué preocuparse.

“Ya había hablado con mi mamá, sobre la posibilidad de retomar la escuela y continuar con mis estudios. El plan estaba definido, pero mi papá me dijo que mi mamá no iba a cuidar a la nena, que ya mucho había hecho con nosotros como para seguir ahora de nana. Mi mamá quiso interceder, diciendo que haría todo lo posible por atender las cosas de la casa y el cuidado de la bebé. Pero la negativa de mi papá fue tajante. De hecho, me dijo que nada más creciera un poco más la niña, tendría que trabajar para ayudar con los gastos… Para entonces la comunicación con el papá de la niña ya se había perdido. Los papás de él no quisieron ver a la bebé y la tuve que bautizar con mis apellidos”.

Al paso del tiempo, Gaby no se arrepiente de haber tenido a su hija, pero sí de no haber tenido el cuidado y la información suficiente para evitar el embarazo no deseado. El problema que visualiza es que muchas amigas o conocidas no se preocupan por cuidarse y algunas son más temerarias, pues llegan a presumir el número de parejas con los que han sostenido relaciones sexuales, como si fuera un juego.

“La información que te dan en la secundaria es muy pobre. Como que hay miedo de los maestros a abordar el tema y lo peor es que a nosotros como alumnos, nos daba pena que lo comentaran. La mayor información que recibimos al respecto era por amigas, amigos y gente que en realidad no tiene conocimiento de las cosas. Creo que la mayoría habla por hablar, como presumiendo que sabe, cuando en realidad no saben nada. Lamentablemente el embarazo me hizo madurar más rápido, y digo lamentablemente porque me pongo en los zapatos de mis amigas y me doy cuenta que ellas, a pesar de que han visto mi experiencia, no tienen conciencia y lo hacen sin protección o con lo más básico. Yo no les deseo que les pase lo mismo, pero si no se cuidan ellas, por sí mismas, nadie lo hará. Tu pareja te dirá que ‘no pasa nada’, pero la verdad es que sí pasa. Hoy me preguntas que si pienso retomar mis estudios y mi respuesta es ‘no lo sé’, porque tener un hijo significa mucha responsabilidad, pero sobre tener conciencia para inculcarle a tiempo toda la información necesaria para que no cometa los mismos errores”.

El rostro juvenil de Gaby se alegra cuando ve a su nena. Sabe perfectamente que la experiencia que tuvo solo fue ‘un tropezón’ en su vida. Sabe que de ahora en adelante las cosas han cambiado de forma radical y que su único motor de vida es precisamente su nena.

“Nunca pensé en que podría llegar a ser madre soltera, mucho menos a esta edad, pero ya no hay vuelta atrás. Acabo de entrar a una tienda de autoservicio como cajera y mientras tanto mi hija me la está cuidando mi mamá, a pesar de la negativa de mi padre. Tengo la seguridad de que mi vida no se ha roto, solo se modificó y de ahora en adelante no cometeré el mismo error. No pienso, siquiera, en tener novio. Si más adelante se da, qué bien, pero no vuelvo a cometer la imprudencia de hacerlo por hacerlo. El ser mamá es lindo, pero quiero creer que debe ser más lindo si lo anhelas y planeas, no que te tome por sorpresa. También espero que mis amigas cumplan sus sueños, esos que alguna vez platicamos. Pero cada vez serán menos las que los puedan alcanzar, porque dos de ellas ya resultaron también embarazadas. Yo lo único que le puedo decir a las jóvenes, sobre todo a las más chicas de edad, que piensen muy bien en las consecuencias de sus actos, que no se dejen llevar por el momento, pues vale más seguir cargando una mochila que una pañalera”.